12 jul 2012

El sol quemaba las horas
en aquel, último viernes de junio
a la hora de la siesta
a la hora del silencio.

El calor no fue el dueño de la tarde
ni el sol
ni la risa
ni el tiempo,
en un instante, sentimos frío
un trueno asomó a la ventana
tú ya no estabas.

Nosotros aún soñamos
que no te has ido
que nos llega el calor de tu sonrisa
que nos llega tu fuerza,
tus ganas de seguir
de ser invencible
de hacer fácil lo difícil
sin alharacas
sin hacer ruido
siempre afirmativo.

Te abrazaste a esta ciudad
con ánimos de primera
sin darte por vencido
como tu Real Zaragoza


Siempre estarás en nosotros
con  nubes dibujadas en tus manos
con nubes dibujándonos el nombre
de alguien
sencillamente irremplazable.


a Salvador                              M.

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